El Karité y sus propiedades
La manteca de Karité es una grasa que se obtiene de la nuez, secada al sol del fruto que produce el árbol del karité. Este árbol, tiene hasta 15 metros de altura y es típico de las sabanas del oeste de África. El nombre de karité significa árbol de mantequilla. Curiosamente, esta sustancia es comestible y se utiliza tradicionalmente en la cocina local, también en la industria chocolatera como sustituto de la manteca de cacao.
La manteca de Karité es un excelente regenerador celular natural. En su composición destacan los ácidos grasos insaturados, ácidos palmítico, esteárico, oleico, linoleico entre otros y un alto contenido en vitamina F . Contiene grandes propiedades hidratantes, nutritivas y suavizantes, es adecuada para todos los tipos de piel, incluso las pieles grasas y hasta las más sensibles, por sus propiedades protectoras, anti-irritantes y calmantes.
La manteca de karité protege de las agresiones externas ya que actúa recubriendo la piel con una película invisible que evita la deshidratación producida por agentes, como el sol, el viento o los cambios bruscos de temperatura. Es una barrera contra los rayos UVA y UVB formando una pantalla natural, llegando a convertirse en una gran aliada en la playa o piscina, tanto para tomar el sol, como para después, consiguiendo que el bronceado se prolongue durante semanas.
La manteca de karité destaca por su intenso y duradero poder hidratante sobre el rostro y el cuerpo. Mejora la elasticidad de la piel. Es un anti-irritante ideal para pieles que enrojecen con facilidad, pieles muy sensibles o bien, pieles atópicas pues evita la descamación cutánea. Previene y cura la dermatitis del pañal.
Es también de gran interés pues cuida la piel masculina, después del afeitado. Sobre el cabello se puede aplicar como “baño de crema” o como cera una vez que esté seco. Por si sola restaura de forma profunda la estructura capilar, otorgando brillo, suavidad y volumen.