No hay cosa más agradable que un rostro sin impurezas, el secreto para lograrlo es una limpieza diaria con productos de calidad que contemplen tu tipo de piel. Existen cinco tipos de cutis, los cuales se determinan por una serie de signos:
1. Cutis seco: En el caso que tu piel luzca reseca y escamosa, dificultando la visión de los poros.
2. Cutis normal: En el caso que tu piel luzca húmeda y suave pero no aceitosa, y que los poros, abiertos y sin obstrucciones, se puedan observar fácilmente.
3. Cutis mixto: En el caso que tus mejillas se vean secas o húmedas y, por su parte, la nariz, pera, y frente, se vean aceitosas y/o con algunos poros obstruidos.
4. Cutis graso: En el caso que tu piel se vea grasosa y muy brillante, con los poros obstruidos.
5. Cutis sensible: En el caso que tu piel se irrite fácilmente y se produzcan picazones o ardor. Esto podría suceder en las pieles normales, secas, o grasas. Luego de determinar tu tipo de piel y para obtener bueno resultados es necesario tener constancia y regularidad en la limpieza, porque hacerlo cada tanto no va a producir un cambio en el aspecto de tu cutis.
Las instrucciones de uso todos los productos que hay en el mercado indican que debes hacer el procedimiento por la mañana y repetirlo a la noche. La explicación de esto es simple, antes de acostarte tienes que sacarte el maquillaje, la grasa e impurezas que puede haber absorbido tu piel durante el día. Mientras que a la mañana vas a quitar los residuos que tus poros acumularon durante la noche como el sudor o el sebo que expulsan de manera inevitable. La regla de oro que no debes olvidar consta de tres ítems: limpieza, tonificación e hidratación.